Conquistado
por el Capítulo de los Ejecutores junto con una numerosa fuerza aliada de
Guardia Imperial en nombre de los secesionistas en la posteriormente conocida
Guerra de Badab, el mundo de Aronticus estaba muy alejado de las zonas principales
de combate, y, por tanto, se dispuso que una fuerza menor, los Águilas Rojas,
liberara este planeta, sin comprometer las fuerzas Astartes que combatían cerca
del Torbellino.
Aronticus
era una posible fuente de suministros, y su control podía desestabilizar zonas
principales. Era vital que, en los primeros compases de una guerra fratricida
como la que estaba comenzando, las fuerzas del Tirano fuesen aisladas y sus
rutas de suministros cortadas.
Tras
una importante serie de enfrentamientos, los Águilas Rojas declararon el mundo
de Aronticus como recuperado en menos de diez meses (906.M41).
Numerosas
hazañas se narran en los muros de Ícador sobre esos días en Aronticus, pero la
más recordada, por sus consecuencias, es sin duda la del Hermano Balam, quién entregó
su vida en las trincheras de aquel mundo por eliminar a los enemigos del
Emperador. Tal grado de sacrificio y lealtad no podía quedar sin recompensa,
así que, pese a que sus heridas estaban más allá de toda curación, los
Apotecarios del Capítulo le confinaron en un sarcófago de estasis y finalmente,
fue convertido en un Dreadnought al servicio del Capítulo, el primero en ser
ocupado por un icariense.
La
historia de Balam llegó a los oídos de los recién liberados magos de Aronticus,
quienes le consideraron uno de los responsables de dicha liberación. Cierto o
no, Balam se convirtió en un héroe para los locales.
En
006.M42, coincidiendo con el primer siglo de la liberación de Aronticus, los
magos entregaron un regalo al Capítulo; un presente que, sobre todo, demostraba
el respeto que sentían por el Hermano Balam. Se trataba de una armadura
Dreadnought clase Contemptor, un diseño que actualmente se encuentra fuera de
las líneas de producción y que data de la época de la Gran Cruzada. Los magos
la habían fabricado artesanalmente y siguiendo antiguas especificaciones técnicas
casi olvidadas.
Desde
entonces, el Hermano Balam sirve con el honor, orgullo y la temeridad que le caracterizan
en esta armadura, llevando con él el recuerdo de Aronticus.
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