viernes, 3 de mayo de 2013

El regreso de Balam


Conquistado por el Capítulo de los Ejecutores junto con una numerosa fuerza aliada de Guardia Imperial en nombre de los secesionistas en la posteriormente conocida Guerra de Badab, el mundo de Aronticus estaba muy alejado de las zonas principales de combate, y, por tanto, se dispuso que una fuerza menor, los Águilas Rojas, liberara este planeta, sin comprometer las fuerzas Astartes que combatían cerca del Torbellino.

Aronticus era una posible fuente de suministros, y su control podía desestabilizar zonas principales. Era vital que, en los primeros compases de una guerra fratricida como la que estaba comenzando, las fuerzas del Tirano fuesen aisladas y sus rutas de suministros cortadas.

Tras una importante serie de enfrentamientos, los Águilas Rojas declararon el mundo de Aronticus como recuperado en menos de diez meses (906.M41).


Numerosas hazañas se narran en los muros de Ícador sobre esos días en Aronticus, pero la más recordada, por sus consecuencias, es sin duda la del Hermano Balam, quién entregó su vida en las trincheras de aquel mundo por eliminar a los enemigos del Emperador. Tal grado de sacrificio y lealtad no podía quedar sin recompensa, así que, pese a que sus heridas estaban más allá de toda curación, los Apotecarios del Capítulo le confinaron en un sarcófago de estasis y finalmente, fue convertido en un Dreadnought al servicio del Capítulo, el primero en ser ocupado por un icariense.
La historia de Balam llegó a los oídos de los recién liberados magos de Aronticus, quienes le consideraron uno de los responsables de dicha liberación. Cierto o no, Balam se convirtió en un héroe para los locales.
En 006.M42, coincidiendo con el primer siglo de la liberación de Aronticus, los magos entregaron un regalo al Capítulo; un presente que, sobre todo, demostraba el respeto que sentían por el Hermano Balam. Se trataba de una armadura Dreadnought clase Contemptor, un diseño que actualmente se encuentra fuera de las líneas de producción y que data de la época de la Gran Cruzada. Los magos la habían fabricado artesanalmente y siguiendo antiguas especificaciones técnicas casi olvidadas.

Desde entonces, el Hermano Balam sirve con el honor, orgullo y la temeridad que le caracterizan en esta armadura, llevando con él el recuerdo de Aronticus.



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